Dos nuevos informes describen cómo el uso cada vez más indiscriminado de armas como balas de goma, gases lacrimógenos y porras contra los manifestantes está perjudicando la salud y los derechos humanos.
Artículo publicado en inglés en The Lancet, World Report| Volumen 401, ISSUE 10381, P987-988, 25 de marzo de 2023. Por Talha Burki.
Dos nuevos informes describen el creciente uso de las denominadas armas «antidisturbios» por parte de las fuerzas policiales de todo el mundo. My Eye Exploded, de Amnistía Internacional y la Omega Research Foundation, se centra en los proyectiles de impacto cinético (KIP), comúnmente llamados balas de goma. Letalidad encubierta 2, continuación de un informe de 2016 de la Red Internacional de Organizaciones de Libertades Civiles y Physicians for Human Rights, examina una gama más amplia de armamento, incluidos los agentes químicos irritantes (a menudo descritos como gases lacrimógenos o gas pimienta); los dispositivos de desorientación, que también reciben los nombres de granadas aturdidoras y flash bangs; las armas acústicas; los cañones de agua o camiones hidrantes; y las armas contundentes como las porras.
Concluye que el uso de este tipo de armas por parte de los servicios de seguridad del gobierno contra manifestantes tiene «graves consecuencias para la salud física tanto de las personas contra las que van dirigidas como de los transeúntes que no son objeto de ellas, para la salud mental de todos los implicados y para el disfrute y el ejercicio seguro de los derechos civiles y políticos fundamentales». En conjunto, los informes dibujan un cuadro inquietante de cómo el uso de armas peligrosas y a menudo indiscriminadas contra civiles tiene consecuencias graves y a veces mortales.
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