La ONU describe los dispositivos de desorientación o distracción como instrumentos similares a bombas diseñados para aturdir o advertir a grupos o individuos mediante alguna combinación de ruido, luz, sobrepresión o fragmentación. Las armas de mano de esta clase suelen denominarse granadas aturdidoras, granadas flash, «blast balls» o bolas explosivas, granadas de aguijón, granadas láser y granadas de concusión.
El uso de granadas aturdidoras en el control de multitudes ha aumentado considerablemente en los últimos años, y en la actualidad estas armas son fabricadas por decenas de empresas en todo el mundo. A menudo se utilizan junto con otras armas, como los agentes químicos irritantes y/o los proyectiles de impacto cinético.
Se han detectado granadas aturdidoras defectuosas o que disparaban mal en varios entornos en los que existían escasas normativas, procesos de control de calidad o directrices sobre su uso.
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1960
Los artefactos explosivos flash-bang fueron desarrollados inicialmente por la Fuerza Especial Aérea Británica en la década del 1960 ...
... y se han utilizado para el entrenamiento militar de combate durante décadas.
1970
El primer uso documentado de estos dispositivos fuera del entrenamiento fue en Entebbe, Uganda, en 1976 ...
... cuando el ejército israelí los utilizó en sus esfuerzos por rescatar rehenes.
1977 & 1980
Se utilizaron en 1977 en Mogadiscio, Somalia ...
... y en el asedio a la embajada iraní en Londres, Reino Unido, en 1980.
Hoy
La transición de las operaciones militares al uso policial se produjo lentamente a lo largo del tiempo. El uso en entornos urbanos y contra la población civil alteró la forma en que se desplegaron las armas, así como las heridas resultantes.
Las fuerzas del orden especializadas, como los equipos de armas y tácticas especiales (SWAT), desarrollaron inicialmente armas similares para utilizarlas en situaciones con rehenes.
Mecanismo de acción
Las granadas flash-bang o aturdidoras suelen construirse como las granadas convencionales, con una pólvora explosiva que se enciende al ser alcanzada por una espoleta. Estos artefactos suelen generar ruido y un destello brillante mediante la rápida oxidación de un metal pirofórico, como el magnesio o el aluminio; este proceso puede generar temperaturas superiores a los 3.000 grados Celsius, y las granadas son al menos 10 veces más ruidosas que la mayoría de los disparos.
Cuando estalla un artefacto de distracción, la carcasa se rompe con una fuerza considerable, por lo que las personas que se encuentren cerca de una explosión pueden sufrir lesiones traumáticas por sobrepresión. La carcasa también puede romperse de tal forma que los fragmentos de metal o plástico a alta velocidad sean enviados en múltiples direcciones. Estos fragmentos suelen ser desiguales en tamaño, forma y dirección, y pueden suponer un peligro generalizado para cualquiera que se encuentre cerca.
Además del riesgo de metralla que supone la fragmentación de la carcasa del artefacto, algunos artefactos están diseñados para dispersar deliberadamente proyectiles de goma o plástico de alta velocidad alrededor del radio de la explosión. Por último, los proyectiles con características desorientadoras pueden dispararse directamente contra las personas, lo que conlleva riesgos similares a los de los KIP.
Cuando estalla un artefacto de distracción, la carcasa se rompe con una fuerza considerable, por lo que las personas que se encuentren cerca de una explosión pueden sufrir lesiones traumáticas por sobrepresión.
Efectos sobre la salud
Las granadas aturdidoras son, como artefactos explosivos, indiscriminadas por naturaleza. Cuando se utilizan como dispositivos de distracción para facilitar la entrada o como medio de dispersión de multitudes, el limitado control que tienen los usuarios sobre su colocación puede exponer a objetivos no previstos al riesgo de sufrir lesiones graves. Cuando se utilizan en interiores o en concentraciones densas, estos riesgos se amplifican, y las granadas aturdidoras también pueden crear peligro por incendios, así como por el pánico psicológico que pueden provocar.
Como todos los explosivos, las granadas aturdidoras conllevan el riesgo de lesiones por explosión. Estas lesiones son complejas y resultan de las ondas de presión creadas por la explosión. Las lesiones causadas por explosiones cercanas pueden provocar hemorragias internas, rotura de tímpano, lesiones pulmonares, amputaciones, fracturas y lesiones por desgarro (extirpación extensa de la piel que deja al descubierto el tejido subyacente).
Además de las lesiones causadas directamente por la onda expansiva primaria, como la rotura del tímpano o las lesiones pulmonares, también pueden producirse lesiones secundarias y terciarias como consecuencia de estos artefactos explosivos.
Todas las armas están compuestas de piezas metálicas y de plástico que pueden fragmentarse durante la explosión y actuar como metralla. Algunas armas, como las granadas de fragmentación, están diseñadas específicamente con la fragmentación en mente, para expulsar metralla a propósito en la zona de la explosión. Se han documentado lesiones graves provocadas por estos proyectiles de impacto no dirigido, como heridas penetrantes, fractura de cráneo, traumatismo ocular grave y enucleación.
Las granadas aturdidoras arden a temperaturas extremadamente altas y pueden causar lesiones térmicas potencialmente mortales. Además, pueden provocar incendios en estructuras; estos incendios han sido mortales. Aparte de los riesgos asociados a la explosión, algunos dispositivos de distracción están diseñados para ser disparados desde lanzagranadas o armas similares. Cuando se dirigen (inadecuadamente) contra individuos, el riesgo de explosión se ve agravado por el riesgo cinético de lo que es esencialmente un KIP improvisado. La preocupación por las lesiones por fuego directo también ha surgido a raíz de numerosos relatos procedentes de Colombia sobre el uso del sistema VENOM como fuego directo con granadas aturdidoras.
Estudios de caso
¿Qué ha cambiado?
Desde 2016, los grupos de derechos humanos reconocen cada vez más el peligro que suponen las piezas fragmentadas de los dispositivos de distracción.
En el momento de la detonación, los dispositivos de distracción pueden -involuntariamente o por diseño- dispersar decenas de fragmentos de metal o plástico como metralla en un radio esférico sin ningún control sobre lo que es alcanzado. Por lo tanto, estas armas son fundamentalmente armas de impacto indiscriminado cuando se utilizan en el contexto del control de multitudes.
Una tendencia preocupante en la investigación y desarrollo de armas es la aparición de variedades de granadas aturdidoras de «efecto área» y sistemas de lanzamiento, diseñados para proyectar múltiples bombetas a distancias extremas, como el sistema de lanzamiento múltiple VENOM utilizado en Colombia.
Las bolas explosivas son un tipo de granada aturdidora híbrida que combina luces brillantes y sonidos fuertes con irritantes químicos.
Este armamento híbrido plantea riesgos sanitarios específicos: las quemaduras químicas y las lesiones traumáticas combinadas con heridas por explosivos pueden ser dolorosas, debilitantes y difíciles de tratar desde el punto de vista médico.