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Estudio de caso

Indonesia

El uso de gases lacrimógenos por la policía causa pánico y 135 muertos en el estadio Kanjuruhan

Seguidores de fútbol entran en el campo mientras los agentes de seguridad intentan dispersarlos tras un partido de fútbol en el estadio Kanjuruhan en Malang, Java Oriental, Indonesia, 01 de octubre de 2022. Según funcionarios del gobierno, al menos 174 personas, incluidos policías, murieron en su mayoría en estampidas tras los disturbios que siguieron a un partido de fútbol. Agencia Suryanto Anadolu vía Getty Images
Seguidores de fútbol entran en el campo mientras los agentes de seguridad intentan dispersarlos tras un partido de fútbol en el estadio Kanjuruhan en Malang, Java Oriental, Indonesia, 01 de octubre de 2022. Según funcionarios del gobierno, al menos 174 personas, incluidos policías, murieron en su mayoría en estampidas tras los disturbios que siguieron a un partido de fútbol. Agencia Suryanto Anadolu vía Getty Images

El 1 de octubre de 2022 se produjo en el estadio Kanjuruhan de Malang (Indonesia) la tragedia futbolística más mortífera del siglo XXI, después de que la policía disparara gases lacrimógenos en un estadio abarrotado. En el caos subsiguiente, 135 aficionados fueron aplastados, entre ellos 40 niños, y más de 500 hinchas resultaron heridos.

La ONG indonesia de derechos humanos y miembro de la INCLO Comisión para los Desaparecidos y las Víctimas de la Violencia (KontraS) participó en el equipo de investigación de la coalición de la sociedad civil, que dirigió una investigación independiente paralela sobre la intervención policial.

El equipo descubrió otra serie de hechos que también apuntaban a la responsabilidad policial en la tragedia y ponían de relieve el carácter sistemático de estas violaciones de derechos humanos, en cuya planificación participaron altos cargos que no rindieron cuentas en la investigación encargada por el gobierno. KontraS también descubrió que los testigos habían sufrido intimidación por parte de las autoridades tras los hechos, en un aparente intento de disuadir a los supervivientes de contar sus historias.